"A donde quiera que vayamos
debemos ir desnudos y solos".
Henry Miller
“Adiós” me dijo.
Me pareció que sonreía,
por las camelias blancas
entre los labios.
Iba desnuda.
Su silueta en la tierra
era tan tenue, como las
primeras
gotas de lluvia
convocadas por el viento.
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