Resistir. Permitir
que las mañanas oculten
con su luz estas ojeras;
o correr las cortinas
y desaparecer
para que no puedas
conocer la verdad.
Permanecer. Cansada
del «yo», que a todas horas
decide y busca la eficiencia;
o aligerar la carga y danzar
para descubrir
con los ojos cerrados
que aún sigo de pie.
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