Como el agua que arroja un géiser sobre la superficie
o la desintegración de un meteorito atravesando la atmósfera de la tierra.
Así ocurrió mi muerte.
Aunque, tal vez, no fue así y más bien sucedió en aquella habitación,
en unión con el silencio y con un cuerpo que deja de pertenecerme,
que ya no reconozco, ni recuerdo, ni puedo imaginar.
Como una explosión violenta en un espacio cerrado,
como dos vehículos que estallan y se desbaratan en un choque frontal. Así ocurrió.
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