Subo las escaleras
del bloque donde me crie
después de muchos años,
tantas pisadas arriba y bajo,
que este primer tramo
que va a mi antigua puerta
los peldaños acabaron
con el canto redondeado.
Me siento a esperar
junto a las telarañas
que conectan el espacio
entre los barrotes.
Diminutas tejedoras
procurándose su hogar;
ellas que sí saben tejer.
Los recuerdos se avivan
en este no-lugar,
que ya no puede ser
el hogar de nadie.
Yo que crecí entre barriadas
y solo saludaba a las personas
que vivían en mi misma planta.